Cada día en todo el mundo la gente ora: “Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia”. ¡Qué oración tan poderosa! Su potencial es inmensurable, sin embargo, cuando me doy cuenta de que estoy en Dios y Dios está en mí, no pido pensando que una fuerza externa me dará un regalo —¡sé que la serenidad ya está aquí, en mí! No importa donde esté o lo que suceda, nunca puedo estar separado de mi Fuente. Todo lo que necesito para estar en paz —aun en la peor tormenta— está aquí conmigo. Estoy receptivo a ese poder que invoco con mi ser más elevado para afirmar poder y sabiduría, ¡y la serenidad es mía!
Texto devocional: Que el Señor de paz mismo les dé paz siempre y en toda circunstancia. Que el Señor esté con todos ustedes.—2 Tesalonicenses 3:16
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