Henry David Thoreau escribió: “La cuestión no es lo que miras, sino lo que ves”. Me doy cuenta de esa Verdad profunda y abarcadora a medida que miro a mi alrededor. Puedo elegir ver lo que pienso que me falta o sorprenderme por la abundancia de bien. Puedo sentirme descorazonado por la distancia que tengo que cubrir o sentirme orgulloso por mis logros. Puedo enfocar mi atención en las diferencias o en lo que tenemos en común. Mi vida cambia drásticamente con las decisiones que tomo. Así que elijo recordar que Dios es todo lo que existe, y yo soy parte de esa totalidad —así como lo son todos los demás. Gracias a la visión divina, puedo percibir el potencial infinito de un mundo amoroso, y eso fomenta mi crecimiento espiritual.
Texto devocional: Las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.—2 Corintios 4:18
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