Cuando observo un atardecer, el cambio de las estaciones o el movimiento de las estrellas, reconozco un poder infinito que opera en el universo. Me sorprende el saber que el mismo poder corre por mis venas y palpita en mi corazón. No necesito entenderlo para apreciarlo. Soy uno con este poder infinito, y recuerdo que con Dios, todas las cosas son posibles. Eso significa que tengo poder divino para utilizarlo en mi vida. Mis pensamientos, palabras, oraciones y acciones son causativas; tienen una energía propia que genera resultados. Al saber esta verdad, elijo cuidadosamente, me siento humilde cuando reconozco la presencia divina que me rodea y mora en mí.
Texto devocional:De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aún mayores obras hará.—Juan 14:12
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