Cada día, soy inundado con productos, planes e ideas de cómo mantenerme sano. Pero sé que la salud es un trabajo interno, una experiencia de mente y cuerpo que es única para cada persona. La clave es estar consciente de lo que mi cuerpo necesita. Para vigilar mi salud, tomo conciencia de lo que como y cuánto descanso. Después de todo, es mi cuerpo y soy el único responsable de su bienestar. Éste es el único vehículo que tengo para experimentar esta vida, y honrar sus necesidades apoya el propósito y trabajo de mi alma en el mundo. Porque cuido de mi cuerpo con esmero y conciencia, tengo la seguridad de que me sentiré más enérgico y vibrante cada día. Voy en pos de mi propósito divino saludablemente.
Texto devocional: La luz de los ojos alegra el corazón, y las buenas noticias fortalecen los huesos.—Proverbios 15:30
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