Cuando soy receptivo, atraigo ideas nuevas que tienen el poder de transformar mi vida. La habilidad de pensar de maneras nuevas y diferentes me permite mejorar mi perspectiva, mis sentimientos y comportamientos. Cuando deseo cambiar o transformar algo acerca de mí o de mi vida, primero me ofrezco amor y aceptación. Luego, busco el apoyo que necesite para dejar ir la resistencia al cambio. Una vez que estoy receptivo a ideas nuevas, obtengo comprensiones más cabales y profundas. Enfoco mi atención en las soluciones en vez de notar lo que no funciona. Me fijo metas realistas que fomentan el éxito. Mantengo mi mente y corazón abiertos a las nuevas ideas y recibo el cambio gozosamente.
Texto devocional: Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente.—Romanos 12:2
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