Cuando pienso en la serenidad, ¿cuáles son las imágenes que me vienen a la mente? Quizás un lago plácido, las olas suaves del océano, un ocaso impactante o una silla reclinable cómoda. Mantengo esas imágenes en mi mente ahora y respiro profundamente. Por medio de mi imaginación, soy transportado a un lugar de paz, un lugar donde experimento la quietud de mi alma. Siento la presencia de Dios de una manera profunda y relajante. La paz llena mi mente y cuerpo. Siento calma y serenidad. Descanso en este momento un poco más, recordando conscientemente este sentimiento para poder regresar a él en cualquier momento. La paz y serenidad de Dios siempre están disponibles para mí.
Texto devocional: Por eso me acuesto y duermo en paz, porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado.—Salmo 4:8
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