En la historia de la creación, Dios descansó en el séptimo día. El descanso es una práctica espiritual en muchas religiones, un período semanal de solaz y oración. Sosegarme es primordial para todo mi ser: mente, cuerpo y espíritu. Puedo tomar tiempo para descansar cada semana, cada día o tan solo un minuto en el que voy a mi interior con reverencia. Gracias a la oración, me aparto del ajetreo del día. Ese tiempo de reflexión me hace sentir mi unidad con Dios. La conciencia del amor trasciende el tiempo y la distancia. Cuando descanso en esa conciencia, experimento paz interna, un sentido de que existe algo mayor que yo y una conexión con todas las personas. Mi cuerpo se serena y mi mente se aquieta. Siento nueva vitalidad y un sentido de paz.
Texto devocional: Sólo Dios es mi salvación y mi gloria; ¡Dios es mi roca fuerte y mi refugio!—Salmo 62:7
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