Las apariencias son impresiones temporales y no una imagen exacta de quien soy. Si enfrento un reto de salud, bendigo mi cuerpo por los poderes restauradores que tienen su fuente en la vida de Dios. La salud y la fortaleza mental son la verdad acerca de mí. Yo soy una expresión de la vida divina y me conecto con la esencia espiritual gracias a la oración y la meditación. En momentos de callada reflexión, me dirijo a mi interior, a un manantial interno de curación. Percibo el fluir de energía de la vida perfecta de Dios en mi cuerpo y a través de él. Esta vida fluye continuamente, proporcionando salud y sanando todo mi cuerpo. Mi corazón palpita con el ritmo y la armonía de Dios; mis células vibran con la energía de la vida.
Texto devocional: Entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán. Isaías 58:8
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