A los niños se les pregunta qué quieren ser cuando sean grandes. Bien sea que haya cumplido o no con mi deseo de niño, reconozco que puedo marcar una pauta en el mundo hoy. Vivo con integridad y soy fiel a mi identidad espiritual. Si alguien necesita apoyo, pienso cómo puedo ayudar. Quizás sea orando con un espíritu de amor. Según oro, mantengo la alta vigilia por la persona y reconozco la identidad espiritual que compartimos. Confío en que el amor de Dios en mí guía mis acciones, inspira mis palabras y fortalece mi decisión de servir a otros desinteresadamente. Estar consciente de mi identidad espiritual me ayuda a actuar con consideración —siempre irradiando compasión y bondad en todo lo que digo y hago.
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