Puedo elegir no resistirme. Al luchar y concentrarme en esa lucha, puede que me sienta abrumado. Así que elijo la no resistencia. Con fe en Dios, Quien es todo poder, descanso y voy con la corriente de la inspiración divina. Al mantener mi vínculo con Dios abierto mediante la oración y meditación, sé cuándo afrontar algo y cuándo no. No confío en las emociones —mías o de otros— para que me guíen. Sé lo que debo hacer. Yo soy fuerte en espíritu, así como también en mente y cuerpo. Hago a un lado pensamientos preconcebidos de lo que podría salir mal. Mantengo mis pensamientos positivos. Acepto y doy gracias porque sé que la voluntad de Dios para mí siempre es el bien.
Texto devocional: Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad.—Juan 16:13
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