Cuando me siento bien en todo sentido, mi cuerpo físico es flexible, fuerte y capaz. Emocionalmente, percibo un optimismo que infunde todo lo que hago. Soy bendecido con agudeza mental —pienso con claridad y propósito. Sin embargo, lo que más valoro es mi conciencia y reconocimiento de mi naturaleza espiritual. No dependo de otra persona, otro lugar u otra cosa para sentirme completo. Tengo presente que es mi conciencia espiritual la que me alienta cuando me siento cansado, desanimado o confundido. Cuando afirmo que yo soy una creación divina, encuentro la fortaleza y agudeza mental para hacer todo lo que he de hacer. Más que todo, yo soy un ser espiritual. Yo soy sano, capaz y completo, tal como soy.
Texto devocional: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza!—Génesis 1:26
No hay comentarios:
Publicar un comentario