Puedo imbuir todo lo que hago con entusiasmo y gozo. Aun la tarea más insignificante y cotidiana encierra la promesa de una maravilla. Cuando utilizo mis poderes divinos inherentes, mi alma se llena de energía y es elevada. Todo mi ser se regocija gracias al fluir divino que me hace consciente y me despierta a todo lo que puedo hacer y ser. Cada situación que encuentro está infundida con la energía de Dios. El entusiasmo me inspira a hacer lo que he de hacer hoy. Gracias a ello, aliento a otros y comparto con alegría mi luz con el mundo. Con mi corazón abierto de par en par, irradio energía entusiasta y vibrante a todos a mi alrededor. ¡Siento entusiasmo por la vida!
Texto devocional: Ustedes se alegrarán y regocijarán siempre en lo que voy a crear.—Isaías 65:18