Cuando pienso en el entusiasmo, imagino niños inmersos en un montón de juguetes la mañana de Navidad o fanáticos aupando a sus equipos. Sin embargo, puede que no me identifique con ellos en días en los que me sienta abatido. La temporada navideña pareciera compelernos a estar de buen humor. Mas si me siento triste o apesadumbrado, me permito estar así. Fingir ser entusiasta a la larga no funciona. Me dirijo a un lugar interno ameno y tranquilo. Sé que yo soy un ser espiritual, nunca separado de Dios. Mi vida se desenvuelve en un océano de amor divino, y puedo invocar los poderes divinos internos. Un sentimiento de bienestar surge y, después de todo, emprendo el día con entusiasmo.
Texto devocional: Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en todo.—1 Tesalonicenses 5:16-18
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