Ya no me siento culpable por desear más en mi vida, ahora que comprendo que la abundancia ya es mía. Vivimos en el campo de la abundancia de Dios. Aprecio el presente, dando gracias por todo lo que tengo en este momento, luego observo cómo mis bendiciones se multiplican. No existen límites para lo que se me permite desear. Gracias a mi naturaleza divina, doy vida a mis deseos. Dejo ir cualquier creencia de limitación o temores que me puedan retener y me regocijo al comprender el poder creativo de mis pensamientos y sentimientos. La vida no necesita ser difícil. La provisión abundante de los recursos del Espíritu está a mi disposición. Estoy receptivo a recibir las esperanzas y los sueños más grandes de mi alma.
Texto devocional: Con gratitud por lo que tengo, observo mis bendiciones crecer.